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Condiciones climáticas también desafían a la soja en el Chaco 

Las condiciones climáticas que caracterizan a la región Occidental, sumado a la variabilidad de las lluvias y los porcentajes de humedad en los suelos, crean un escenario con distintos niveles de siembra y cuidados.  Desde una mirada técnica, el ing. Lenard Dyck, técnico de producción vegetal...

Condiciones climáticas también desafían a la soja en el Chaco 

Las condiciones climáticas que caracterizan a la región Occidental, sumado a la variabilidad de las lluvias y los porcentajes de humedad en los suelos, crean un escenario con distintos niveles de siembra y cuidados. 

Desde una mirada técnica, el ing. Lenard Dyck, técnico de producción vegetal de la Cooperativa Fernheim, explicó que en la región Occidental la soja se enfrenta a una condición ambiental más cálida y de menores regímenes de precipitación, lo que aumenta la presión atmosférica sobre las plantas y el suelo. 

“Las temperaturas excesivas y su persistencia, sumado a la falta de humedad por los irregulares patrones de lluvia en verano, son hoy los mayores desafíos extrínsecos para el productor chaqueño”, detalló. A esto se suman los retos relacionados a la densidad óptima de siembra, la elección de variedades, la simbiosis con bacterias fijadoras de nitrógeno, los manejos fitosanitarios, entre otros. 

Recordó que los resultados de los ensayos realizados por la Fundación Ideagro, indicaron que el ambiente determinó entre el 84% y el 87% de la variabilidad del rendimiento en la campaña 2021/2022, el 80% en la campaña 2022/2023 y el 58,1% en la campaña 2023/2024.

Campaña 2024/2025

En este contexto, señaló que cada año es distinto y en cada campo las decisiones se van tomando en forma distinta, teniendo en cuenta la humedad y los patrones de lluvia que llegan en distintos niveles y volúmenes en toda la región. 

“En general, se puede decir que noviembre, diciembre, y hasta los primeros días de enero, trajeron buenos niveles de humedad al Chaco Central. De ahí en adelante, se tuvieron unos 20 días sin un volumen importante. En otras regiones del Chaco, las lluvias recién llegaron a fin de año o siguen siendo muy escasas”, añadió. 

Esto ha generado que los niveles de siembra sean disparejos y que existan áreas en las que aún esperan mayor humedad para iniciar la siembra y/o completar la superficie proyectada. Aún falta sembrar gran parte de la superficie, pero se considera que la ventana de siembra es apropiada y con potencial.

En general, se estima que la disponibilidad de semillas está preparada para sembrar una superficie de intención de en torno a las  110.000 hectáreas, según datos levantados por la APACS.

De acuerdo a la estimación técnica local y si llegan lluvias suficientes a inicios de febrero, se puede llegar a sembrar la superficie de soja restante. “La expectativa es optimista aún y lo que hasta ahora no se mencionó todavía, es la riqueza del suelo chaqueño. Si llueve y acompañan las temperaturas, es posible obtener rendimientos por encima de 3.000 kg/ha. Es el ambiente edafo-climático que define eso”, señaló. 

Factores a considerar para apuntar a un buen resultado

A través de observaciones y ensayos realizados, se determina que el mayor éxito alcanzable en un ambiente como el del Chaco es tratando de atenuar estas condiciones, al menos en el periodo crítico de floración a llenado de granos. 

En condiciones de campo, se considera que debe haber una cobertura vegetal en volumen y distribución, preferentemente de gramíneas por ser más lenta en descomposición. “Una buena cobertura disminuye la evaporación directa del suelo, así más agua queda disponible para la transpiración, fotosíntesis y productividad”, indicó. 

Agregó la relevancia de la práctica del barbecho (químico/mecánico) para acumular humedad, especialmente en los 1-3 meses previos a la fecha de siembra. Humedad a una profundidad de 1,5 metros significa una buena reserva inicial para que las raíces se desarrollen en profundidad y puedan aprovechar gran parte (+/-50%) para realizar la transpiración. 

“No está pensado como para producir sin lluvias, sino para mitigar etapas sin lluvia (como de 10-20 días), especialmente en la fase pre-floración. Desde la floración en adelante, las plantas llegan a su mayor capacidad de transpiración por su estructura y ahí no debería faltar agua”, explicó. 

En relación a la fecha de siembra, refirió que los días de noviembre y diciembre serían los más productivos, pero también se tiene mayor demanda atmosférica en cuanto a la evapotranspiración de las plantas y con menor registro de lluvias.

Con fechas de siembra de enero y febrero, es posible lograr que la fase de desarrollo vegetativo se dé aún en situaciones de mayor déficit hídrico. Sin embargo, cuando hay  cobertura sobre el suelo, el agua se va en gran medida a la planta, y la fase de reproducción y llenado de granos se da en los meses de menor presión atmosférica.  Agregó que grandes emprendimientos agrícolas tratarán de escalonar su siembra, por consiguiente adelantan cierta superficie de siembra.



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