El peor enemigo que tiene el ambiente en Paraguay es la politiquería populista. Bajo su amparo, o su impulso, se comenten los mayores daños a la naturaleza. Hoy está en manos del presidente de la República poner freno al más reciente atentado contra una propiedad declarada área silvestre...
04 Ene El presidente debe vetar este nuevo atentado contra una reserva ambiental
El peor enemigo que tiene el ambiente en Paraguay es la politiquería populista. Bajo su amparo, o su impulso, se comenten los mayores daños a la naturaleza. Hoy está en manos del presidente de la República poner freno al más reciente atentado contra una propiedad declarada área silvestre protegida que cuenta con remanente del Bosque Atlántico.
La política se puede hacer con dos enfoques: 1. Basada en ideas, valores y principios y 2. Basada en ambiciones egoístas y mezquinas.
Cuando la actividad esta guiada para servir a la ciudadanía podemos hablar de política. Cuando la actividad no tiene otro propósito que el acceso del poder para su ejercicio arbitrario sin objetivos superiores estamos describiendo la POLITIQUERIA.
La politiquería es una actividad poco inteligente, de corto alcance, oportunista, histriónica y que solo se modifica por un cálculo de conveniencia electoral o económica. Es el escenario en el que se desenvuelve los mediocres y está regida por intereses ilegítimos e innobles. Es el escenario donde los principales actores son el clientelismo, la corrupción, el nepotismo, el abuso de poder, etc.
Ningún país puede producir, desarrollarse, convivir en paz y preservar las oportunidades para las generaciones venideras cuando se abandona la política y se sumerge en el estercolero de la politiquería.
La expresión más contundente, brutal de la politiquería es la sanción de la ley que permite que un área silvestre protegida se transfiera del MADES al Indert a los efectos del loteamiento y adjudicación a la clientela política.
Desde la ley que declaraba expropiables los latifundios improductivos (propiedades con bosque), hasta la reciente “ley express” que desafectará 1.748 hectáreas de Marina Cue para establecer asentamientos, los vaivenes de la politiquería populista han hecho más daño al ambiente que cualquier otra causa.
La invasión y destrucción de más de 1.300 hectáreas de Bosque Atlántico de la reserva privada de Pindó, realizada con el apoyo y la protección de senadores del Frente Guasu, es otra muestra del ataque populista al ambiente. Hace 5 años que se levantan inútilmente voces ciudadanas contra esa invasión piquetera, que ha montado aserraderos robando rollos y arrasando bosques ante la vista y complacencia de muchas autoridades.
Violar la ley con la excusa social
Ese daño al ambiente se perpetra, además, violando otras leyes nacionales como la de Deforestación Cero, recientemente promulgada su vigencia por 10 años mas, o el Estatuto Agrario, que establece que una tierra invadida no puede destinarse a asentamiento y menos aun si tienen bosques. Para cometer estas violaciones se pretende usar una excusa mal llamada “social” que, de ninguna manera puede estar por encima de la Constitución y las leyes.
Mientras por un lado se pretende proteger esos bosques con normas legales, en los hechos son los mismos representantes de la ciudadanía, especialmente del Frente Guasu, con la complicidad de aliados circunstanciales, quienes, por negocios o votos, entregan lo que con tanto rigor se exige a otros que cuiden: los bosques.
Atropellar las leyes, en un momento en el cual todas las demás incertidumbres, especialmente la de la vida, han crecido en todo el mundo, es destruir lo poco que nos queda para trabajar desde alguna base sólida y previsible. Si las leyes también se violan al capricho politiquero populista, la sociedad retrocede cientos de años y la ley del más fuerte destroza años de civilización.
Buscan votos sobre la sangre de 17 vidas paraguayas
Hace ocho años, el 15 de junio de 2012, se perdieron 17 vidas de paraguayos en un conflicto que nunca debió llevar a semejante costo. El mejor homenaje y advertencia para las futuras generaciones, fue convertir en una reserva ambiental a perpetuidad. La reciente decisión parlamentaria, tomada con sospechosa rapidez, casi a espaldas de la ciudadanía manosea esa sangre derramada e instaura la trampa y la violencia.
El presidente de la República no puede avalar ese atropello. Tiene la oportunidad de devolver la política al gobierno superando la politiquería que pretende adueñarse de nuestro futuro. Dios y la Patria se lo demandarán.