La producción de silaje representa una herramienta clave para garantizar la alimentación del ganado durante todo el año, mejorar la eficiencia productiva y reducir los costos en la actividad lechera. Sin embargo, este potencial sigue siendo inaccesible para muchos pequeños productores, que enfrentan una barrera...
23 Jun “Mientras no se tengan maquinarias, estamos trabajando para otra persona”
La producción de silaje representa una herramienta clave para garantizar la alimentación del ganado durante todo el año, mejorar la eficiencia productiva y reducir los costos en la actividad lechera. Sin embargo, este potencial sigue siendo inaccesible para muchos pequeños productores, que enfrentan una barrera estructural: la falta de maquinarias y equipos adecuados.
“Llevo 12 años trabajando en el tambo porque nos resulta más rentable que la agricultura. Cultivo pasto Camerún y takuare’ê para nuestras vacas, pero dejamos de sembrar maíz para silaje porque no tenemos maquinarias”, relata Isaac Torales, productor de leche de la localidad de Pastoreo, en el departamento de Caaguazú.
“Sin maquinarias no hay producción, no podemos volver al machete y la asada. Si hay que pagar por alquilar cada equipo para sembrar, fumigar y cosechar, entonces trabajamos para otro, no hay ganancia”. Aunque Torales dispone de 20 hectáreas listas para el cultivo mecanizado, no puede aprovecharlas por la falta de infraestructura básica.
En su comunidad, están organizados en la Asociación de Productores de Leche y Trabajadores Unidos, desde donde buscan acceder a programas estatales que ofrezcan soluciones integrales. “Un tractor solo no basta. Necesitamos el conjunto de herramientas: sembradoras, ensiladoras, pulverizadoras… solo así podemos crecer como familias y como comunidad”, afirma.
También advierte sobre el desafío financiero para los pequeños productores. “Un campesino no puede comprar maquinaria solo. Muchos hipotecan sus casas y, si no logran pagar, lo pierden todo”, lamenta. A esto se suma el impacto de la pandemia, que dejó secuelas en la calificación crediticia de los productores, limitando su acceso a nuevos préstamos.
“La voluntad está. Tenemos la fuerza, los conocimientos, incluso, vamos a las capacitaciones. Pero sin herramientas no se puede producir”, resume Torales, reflejando una realidad compartida por cientos de familias rurales que aún esperan políticas públicas que les permitan aprovechar todo su potencial productivo.