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Una bomba atómica en el Agro

Artículo de Manuel Ferreira, asesor económico de la Unión de Gremios de la Producción. Paraguay es un país diferente. Aquí el agro tiene un gran impacto, mayor que en nuestros vecinos. Ya se nota eso con los datos de crecimiento del Indicador Mensual de Actividad Económica...

Una bomba atómica en el Agro

Artículo de Manuel Ferreira, asesor económico de la Unión de Gremios de la Producción.

Paraguay es un país diferente. Aquí el agro tiene un gran impacto, mayor que en nuestros vecinos. Ya se nota eso con los datos de crecimiento del Indicador Mensual de Actividad Económica del Paraguay (IMAEP) publicado por el Banco Central del Paraguay.

Los economistas tenemos la costumbre (tal vez, la mala costumbre) de separar lo que se produce en el campo de todo el resto. Sin embargo, esta separación no sirve para intentar medir el impacto de un sector en la economía total.

Para dimensionar el impacto del agro es bueno pensar en lo absurdo ¿Qué pasaría si no existiese el agro, o mejor, cómo se derrumbaría la economía paraguaya si, por alguna razón, de golpe ya no se plantase nada? 

Imaginemos que se prohíbe la agricultura. Excusas sobran teniendo en cuenta las mismas leyendas de siempre: transgénicos que envenenan, agrotóxicos que producen deformaciones, polución ambiental, deforestación, etc. Sería como una bomba atómica selectiva que hace desaparecer el agro, pero no afecta a la economía que no está vinculada.

Adquisición de insumos

Al desaparecer la agricultura, desaparece también la necesidad de importar fertilizantes y agroquímicos, que alcanza unos USD 1.000 millones anuales. Gran parte del comercio que deriva de esto hace que trabajen unas 100 empresas que fácilmente emplean a unas 5.000 personas, solamente en la gestión comercial.

La Administración Nacional de Navegación y Puertos (ANNP) perdería su razón de ser. Más del 97 % de la carga se mueve a través de alguno de los 46 puertos existentes. La ANNP tiene seis puertos, el resto son privados. Pero si uno quiere traer agroquímicos, solamente lo puede hacer por el puerto de Villeta, que es de la ANNP. 

Como hoy Villeta es el estandarte de la ANNP en términos de facturación, es probable que esta institución desaparezca por falta de carga. Perdón, me equivoco, en Paraguay no desaparecen las administraciones públicas sin funciones, se les asigna presupuesto. 

Entonces, pasaría que la ANNP no tendría más ingresos y todo el presupuesto lo tendríamos que pagar con nuestros impuestos. De los puertos privados vamos a hablar más adelante, cuando veamos cómo les afecta la falta de exportaciones.

Almacenamiento de granos

Normalmente, se venden insumos para la producción como adelanto de cosecha que al final termina en un silo. En el 2004 había 550 silos, pero ese año producimos unas 6.000.000 de toneladas de granos, según la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco). Este año vamos a producir más de 18 millones.

Si aplicamos el mismo ratio de un silo por cada 11.000 toneladas de granos, hoy deberíamos tener por lo menos 1.650 silos. Por lo menos 20 personas trabajan en cada silo, con lo que más de 30 mil personas saldrían a la calle. Veríamos abandonadas más de 8.000 hectáreas donde estaban estos silos. Menudo paisaje. 

¿Y los comerciales que venden estos insumos? Debe haber por lo menos 2.000 ¡A la calle con ellos!

Transporte de granos

Las cosechas se tienen que mover. ¿Cómo se mueven? Hay por lo menos dos fletes terrestres: desde el campo al silo y desde el silo al puerto o al destino final. Para mover 18 millones de toneladas -asumiendo que se cumplen las normas de la Dirección Nacional de Transporte de que no se puede cargar más de 26 toneladas por camión (estrictísimo supuesto)- se necesitan unos 700 mil fletes para mover esa carga una vez y 1.400.000 para moverla dos veces.

Un dirigente camionero caído en desgracia me decía que un chofer hace dos fletes por semana y, si es “guapo”, llega a tres. Asumamos que en promedio no son tan guapos, con lo cual un camión movería unas 2.700 toneladas por año, y se necesitaría un mínimo de 13.400 camiones para mover ese volumen. Sin agricultura, todos estos camiones quedarían sobre tacos y por lo menos 13.400 choferes sin trabajo. 

Si asumimos que un taller arregla y mantiene 50 camiones por año, tendríamos como 270 talleres cerrados, así como unas 100 casas de repuesto. Con sus cierres, estas empresas dejarían un mínimo de 5.000 personas de patitas en la calle. Habría posiblemente alguien que pueda hacer un negocio de exportar camiones usados o vender hierro reciclado para intentar salvar algunos mangos.

Transporte y comercio

Los camiones al moverse generan también otros tipos de actividades. Por un lado, el consumo de combustible. Un camión consume, en teoría, entre 30 y 40 litros de gasoil cada 100 km. Asumiendo que se consumen 35 litros cada 100 km y que en promedio se necesitan 1.000 km por cada flete (ida y vuelta), estamos hablando de la necesidad de consumir unos 490.000.000 de litros totales anuales de gasoil para mover solamente la producción primaria. 

Según la Dirección de Combustibles del Ministerio de Industria y Comercio (MIC), en Paraguay se vendieron 1.457.895.289 litros de gasoil Tipo III (el de los camiones) entre febrero del 2022 a febrero del 2023. O sea, si no transitan camiones con granos, se dejaría de vender el 33,6% de todo el gasoil. 

Esto sería una pérdida en estaciones de servicio de 3,92 billones de guaraníes o USD 544 millones. Además, en ese mismo periodo se importaron USD 792 millones de dólares de ese gasoil que no se vende más, los 21 emblemas irían a la quiebra y, con ellos, las 2.644 estaciones de servicio registradas, por lo menos un 50% de los 30 mil empleos en ese sector se perderían.

Cuesta cuantificar el impacto sobre otras actividades que ocurren cuando los camiones circulan: venta de chipas, de empanadas, otras comidas, alojamiento para choferes, estacionamiento para camiones y otro sinfín de actividades (algunas de ellas no sanctas) que ocurren en las rutas.

Pero el consumo de gasoil no se acaba ahí. En los campos también hay un consumo derivado del uso de maquinaria agrícola. En un campo sojero paraguayo en promedio

un tractor u otra maquinaria pasa 20 veces sobre cada hectárea, ya sea para sembrar, fumigar o cosechar. Para el caso del arroz va a pasar menos veces y en el caso de pequeños minifundios de agricultura familiar posiblemente no pase ninguna maquinaria. 

Utilizando un valor promedio de siete veces por año y por hectárea, el campo estaría consumiendo unos 735 millones de litros para mover maquinaria agrícola. Sumados a los 490 millones de litros de los camiones, vamos por los 1.225 millones de los 1.600 millones de litros importados en el año, o sea, más del 75%.

Comercio exterior 

Todavía no termina el “parate”. Paraguay exporta gran parte de su producción agrícola. La saca principalmente a través de barcazas por unos 34 puertos fluviales sobre el río Paraguay y el río Paraná, y por camiones a través de puertos secos. 

Los puertos y la navegación ya venían golpeados por el impacto de la carga perdida por la caída de las importaciones de insumos. No solamente estos puertos se pararían, sino muchas de las 2.700 barcazas graneleras, 247 barcazas-tanque y los 380 remolcadores que, según el Centro de Armadores Fluviales y Marítimos del Paraguay (CAFyM), navegan en la hidrovía con bandera paraguaya. Buena parte de los cerca de 7.000 marinos y funcionarios que operan estos buques quedarían en la calle y también se pararía un importante consumo de combustible.

Industria alimenticia

Se dejó de mover el grano y las fábricas están sin materia prima. Se quedaron sin soja las aceiteras y las plantas forrajeras. Se quedaron sin maíz las alcoholeras, las fábricas de sémola y también las forrajeras. Además, se tienen que estirar los ciclos de producción de carne, pollo, cerdo y leche porque no habrá forrajes para terminación en el caso de vacunos, ni para alimentación de pollos y cerdos. 

Se quedaron sin trigo los molinos, con lo cual tendremos que importar para poder cubrir nuestra demanda de 700 mil toneladas anuales para hacer pan, tortas, bizcochos, galletas y otros. Se quedaron sin arroz con cáscara los molinos arroceros y deberemos comprar del exterior nuestro consumo. Tampoco habría azúcar orgánica, en la que somos los primeros a nivel mundial.

Con el fin de la agricultura desaparecería alrededor de un 25% de la industria existente, que incluye la aceitera, los lácteos, los molinos, la industria azucarera y la alcoholera. Con ello posiblemente quedarían desempleadas unas 100 mil personas.

Finanzas

Cuando no se exporta, tampoco existen fondos para las importaciones. Las exportaciones generan los recursos necesarios para financiar las importaciones, es decir, para comprar todo lo que no producimos en el país. 

La desaparición del sector agrícola acarrearía consigo, en un primer momento, una enorme crisis cambiaria. Al desaparecer unos USD 5.000 millones que entraban por exportaciones, se generaría una escasez inmediata de dólares en la economía que representaría alrededor de la mitad del mercado diario de cambios que oscila entre USD 20 y USD 40 millones en Paraguay. 

Los precios de los productos importados tendrían una fuerte suba, ya que al estar cotizados en dólares se produciría un fuerte ajuste. Después del ajuste los precios deberían evolucionar normalmente, pero a valores muy superiores, con lo cual caería el volumen de importaciones hasta que se pueda sustituir lo que se ha perdido con la desaparición del sector agrícola.

El Banco Central del Paraguay (BCP) ingresaría al mercado para intentar equilibrar el mercado, pero tendría que poner el equivalente a la caída en las exportaciones, lo cual llevaría las Reservas Internacionales Netas (RIN) del BCP a valores en torno a la mitad. 

Las RIN son un activo del BCP que sirve para proteger fundamentalmente el sistema financiero y los depósitos del Ministerio de Hacienda. El sistema financiero quedaría desamparado y el descalabro cambiario se sumaría a la pérdida por falta de pago de los créditos a los bancos.

 La caída de las exportaciones pondría en riesgo varios bancos, sobre todo aquellos vinculados a créditos del sector agrícola, que hoy representan unos USD 3.500 millones sobre un activo total de bancos de USD 26 mil millones y una cartera total de USD 16 mil millones. 

Esto significaría una debacle para el sistema financiero y, sobre todo, para los mayores bancos del país que están muy comprometidos en el sistema. Acá no se incluyen los créditos a diversos tipos de empresa que actúan vinculadas al sector agrícola. La situación sería desastrosa y muchísimos ahorristas perderían sus depósitos. Los bancos se llenarían de activos que no valen nada, como serían los campos agrícolas. La depresión sería segura, con una dramática caída del Producto Interno Bruto en torno al 20%.

Estado 

Me cuesta tan siquiera pensar en lo que pasaría con el Estado. Al dejar de venderse granos, agroquímicos, fertilizantes, maquinaria agrícola, combustible; la debacle se producirá también en la recaudación tributaria que caería en unos USD 1.500 millones. Esto generaría un déficit fiscal de más o menos un 3,5%, más del 3,5% que ya tenemos, alcanzando el 7%.

Si cumplimos con la Ley de Responsabilidad Fiscal, llegaríamos a 5%, en el mejor de los casos, y ese valor sería el estándar por alcanzar. Un déficit de ese calibre representa unos USD 2.000 millones anuales que van a tener que ser financiados, o se va a tener que hacer un feroz recorte. Ese recorte se podrá hacer solamente en obra pública, que es lo que se financia con deuda. No soñemos con recortes en salarios o en cantidad de funcionarios. Las inversiones públicas alcanzan unos USD 1.200 millones anuales, que es lo que desaparecería.

Detrás de esto vendrían las quiebras de empresas constructoras que se han preparado con maquinaria, tecnología y equipos para inversiones del orden que desaparecería. Nuevamente, a vender hierro reciclado.

Como el PIB tendría una caída del 20%, la deuda externa -que en la actualidad representa el 34,4%- se iría directamente al 43% y los intereses que se pagan (USD 500 millones) pasarían a ser una carga del 8% sobre el presupuesto, el doble de lo que hoy se tiene. Nuestra calificación internacional se derrumbaría, con lo que las tasas de financiación de nuestra deuda a nivel internacional tendrían un incremento abismal. A pesar de los recortes tendríamos un déficit persistente del orden del 4,3% del PIB. 

La desesperación posiblemente se convierta en políticas populistas tipo Argentina: el Banco Central prestándole plata al Ministerio de Hacienda (o de Economía y Finanzas como parece que se va a llamar).

Esto se llama inflación garantizada. Una inflación del 100% haría que los niveles de pobreza suban de manera catastrófica. Como lo que se dejó de producir son alimentos, faltaría todo: harinas, arroz, frutas, verduras, maíz, lácteos, carne, etc., la falta de estos alimentos haría subir los precios a las nubes.

Pobreza

El principal problema lo tendrían los más pobres, en cuyo presupuesto los alimentos son lo más importante. Más del 60% de los paraguayos estarían por debajo de la línea de pobreza. Crimen y pobreza son hermanos y caminan juntos. Comenzando a robar para comer, terminarían matando por dinero. La vía venezolana.

Desempleo, depresión, crisis cambiaria, caída en recaudación, inflación, desabastecimiento, quiebras, pobreza. En mayor o menor medida estos son los resultados esperados de despreciar la agricultura. Cuidemos lo que tenemos.



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